‘En busca del espíritu de Capacete’
por Dràcul·la

En busca del espíritu de Capacete

Por qué compartir espacio de trabajo con otras personas, es la pregunta que nos reunió alrededor de una mesa en Halfhouse el pasado mes de julio en el contexto de la exposición ‘Tallers compartits’ de la Fundación Joan Miró. De entrada, el motivo principal es la precariedad en general y el precio del alquiler en particular, pero hablando aparecieron otros motivos diferentes que nos parece dan un sentido más amplio al hecho de compartir espacios de trabajo más allá de cuestiones económicas.

Sólo en Barcelona hay diversos grupos que nacieron con intereses muy diferentes. Halfhouse  mismo, por ejemplo, es un project-space independiente que nació persiguiendo el espíritu de Capacete, un espacio de residencias en Río de Janeiro. Les apetecía crear un espacio en el que las cosas pudiesen pasar de una forma directa, viva, espontánea, y en el que fuese posible tomar decisiones inmediatas. Después de doce años, tres localizaciones e innumerables platos de lentejas Halfhouse sigue funcionando “porque acercarse a la gente nos revitaliza”; dicen que “ver cosas, generar cosas nos alimenta de una forma casi egoísta”.

Sociedad 0, por otro lado, buscaban aplicar los conocimientos que habían aprendido en el campo del diseño y crearon un espacio compartido para vivirlo y testearlo en comunidad, desde el mobiliario hasta el propio modelo de organización. Yukidama Visits La Peñuki (nombre provisional), en cambio, empezaron reuniéndose para aprender juntas, sin ninguna pretensión de convertirse en un colectivo. Las segundas sin embargo, en algún punto de sus diálogos apareció la idea de construir un espacio con un afán pedagógico, aunque no curricular, articulado a través de temas amplios que atravesaran diversas disciplinas contemporáneas. Todo está en el aire.

Existe esta imagen del artista clásico (un poco pasado ya), que trabaja en su propio taller, y que comenta su trabajo haciendo tertulias en los bares, y de noche. Aunque esto segundo por supuesto no ha dejado de pasar, la mayoría hemos tenido que aprender a hacer facturas, entre otras muchas gestiones. Lo que queda claro es que nuestras posibilidades económicas no nos permiten, en la mayoría de los casos, tener un taller propio. Algunas aprovechan cualquier rincón para trabajar, ya sea el Mercadona, una esterilla de yoga o el Club Natació Atlètic-Barceloneta. Otras, nos vemos empujadas a compartir espacios de trabajo y esto hace que la forma de entender la práctica artística y el modo de estar y percibir el contexto cambie. El hecho de compartir taller nos lleva a pensar en las formas de organizarnos en grupo y de entender esos grupos como una representación de las estructuras que quiere cada comunidad.

De todas formas, es muy difícil que un proyecto verdaderamente colectivo y horizontal pueda nacer de golpe, con un plan previsto al milímetro que se cumpla a la perfección; suele ser más un proceso lento de ensayo-error. FOC y Malpaís (otro nombre bajo revisión), ambos en el mismo edificio de la Zona Franca, son espacios compartidos que están justamente en un estado incipiente o de definición de modelo. De hecho, son extremadamente diferentes entre sí, pero comparten una tesitura muy interesante: sus espacios se reforman y habilitan a la vez que sucede el proyecto. Es decir, que se van definiendo a medida que se desarrolla su actividad. Y esa tesitura les permite ir repensando y redefiniendo su modelo a medida que éste avanza.

Aun así, por muy diferentes que sean los talleres, en casi todos se suelen repetir algunos perfiles. En la reunión localizamos algunos: la persona que ensucia, la que no viene, la que se encarga de todo, la persona que siempre está pero no paga o la que paga pero no tiene tiempo de ir, la que no quiere cambiar nada, la que lo que quiere hacer todo ya, etc. Y esto conlleva que las normas de convivencia sean una problemática más o menos compartida por todos los espacios. Sociedad 0 explicó que en sus inicios propusieron un sistema de normas de duración corta, por ejemplo, alguien solicitó poder trabajar en silencio y se pactó que durante 3 meses solo se podía hacer ruido de 12 a 18h. En cambio, FOC ha decidido dividir el espacio en tres: espacios comunes, espacios privados y espacios de nadie en los que no se puede acumular nada, ya que se alquilan como una forma de financiación. Antónimo a la formalización, Estructuras 3000, explicó su norma de “mejor hacer y deshacer, que no hacer” y también su fórmula de horizontalidad asimétrica que consiste en que, cuando alguien no puede pagar su parte, la asumen las demás hasta que pueda hacerlo. Ninguna de estas normas existe por escrito, sino más bien como un pacto tácito.

Salamina, en cambio, tiene un documento con los acuerdos bien redactados, en parte porque se trata de uno de los talleres que lleva más años en activo, ha pasado por varias etapas, han ido acumulando experiencias y las residentes han ido cambiado. De hecho, es uno más de los espacios fundados por artistas que salieron de Hangar. Hace un tiempo, decidieron focalizar su energía hacia dentro, dedicarla al cuidado de las personas del taller. Por eso, aunque habían tenido un programa de eventos y actividades diversas, actualmente ya no lo tienen, también como una forma de posicionarse frente a la fuerte gentrificación que está sufriendo L’Hospitalet de Llobregat desde hace unos años.

A veces, sin embargo, la problemática es justo la contraria. Dràcul·la es nuestro taller y también nuestra casa, como es el caso de Halfhouse, Malpaís, Sociedad 0 o Perú 230, que han creado una SCP para compartir el modo de facturar y también poder desgravar el IVA del taller. Vivir en el taller, comporta ventajas e inconvenientes pero sobre todo supone una forma de ahorro importante. En nuestro caso, fue el miedo a darnos o quitarnos la razón eternamente, y perder la perspectiva del mundo exterior, lo que nos llevó a abrir las puertas e invitar a personas a hacer proyectos largos y procesos lentos, que nos permitan mirar de cerca e inmiscuirnos. El problema que tenemos, como casi todas, es el del dinero. Se hablaron de cifras que van desde 70€ la mesa, pasando por 110€ de espacio de taller, hasta 400€ por persona en vivienda-taller. De hecho, la financiación fue otro temazo y aparecieron varias fórmulas diferentes.

Por ejemplo, en Dràcul·la aportamos las dos terceras partes de la producción, pero la fórmula más común es aguantar con lo que pagan las residentes. Otras maneras son pedir subvenciones, realquilar espacios, organizar actividades cobrando entradas a precios asequibles o la clásica venta de cerveza a un euro. Otros casos son los de Trama 34 y FASE, dos talleres compartidos en L’Hospitalet de Llobregat que no solo realquilan sus espacios sino que además, en ocasiones, organizan actividades que exteriorizan sus prácticas generando una red entre diferentes instituciones de la zona.

En general muchas tenemos que afrontar el dilema de cómo realizar actividades sin precarizar a nuestro entorno, ni a nosotras mismas. Y eso pasa por pensar en otras formas de dar y otras maneras de capitalizar y colectivizar la relación esfuerzo y beneficio. En este sentido, Cabaret Internet también se puede entender como un espacio de taller compartido, que se financia mediante la venta de entradas y el merchandising que acompaña los eventos.

La Escocesa, un proyecto sin duda de otra escala que el resto de los presentes en la reunión, en su anterior dirección, ahora hay una nueva directora, estuvo analizando su gobernanza y con la voluntad de colectivizarla. Eso se formalizó en la redistribución del presupuesto destinado a la programación de este pasado año (imposible de realizar a causa del Covid) en becas internas para residentes que se organizó en grupos de trabajo a través de los cuales, cobrando un sueldo, están asentando las bases de una repartición del trabajo y una organización colectiva para los próximos años.

No se nos olvida que muchos de los colectivos y espacios que hay ahora son respuestas a otros que estuvieron y ya no están o que han mutado, como el Espai colona, El Palomar, El Cuarto del recreo, Passatge Studio, el Passadís, Saliva, La Cera 13, Múltiplos, Fireplace… y muchos otros que no llegamos a conocer pero que han ayudado a asentar las bases para otra clase de contexto menos a mano de las instituciones.

En este sentido, aparecieron también algunas propuestas aún balbuceantes que nos hacen suspirar:

–  Una persona o equipo que se encargue de realizar las subvenciones y ahorrarnos el trabajo burocrático, y que igualitariamente cualquier colectivo pueda acceder a ayudas públicas. Que permita eliminar la competitividad entre los colectivos.
–  Ayuda en general para todas esas gestiones que nos quitan tiempo y energía.
–  Construir y compartir un documento que recoja las experiencias en la relación con clientes, instituciones, proveedores o industriales, como una forma de autodefensa colectiva.
–  Pensar en la creación de un almacén público cooperativo que evite que los talleres sean en realidad guardamuebles y que revise la idea de almacenamiento y colección en sí misma.
–  Generar una herramienta a través de la cual podamos facturar y cotizar cuando nos haga falta.
–  Disponer de un índice en el que cada persona, colectivo o espacio liste aquellos recursos materiales (herramientas, pantallas, proyectores, ….) susceptibles de ser compartidos.

De todo esto y más se habló en Halfhouse, solo fué un aperitivo y algunos temas de discusión han quedado abiertos. En resumen, fue un día muy bonito por lo emocionante de ver a tanta gente dedicando una parte importante de su tiempo para conseguir un contexto del arte más fuerte, unido, agradable y bueno (de bondad). La sensación general de aquel día fue que no queríamos que esto quede solo en un texto ni en una reunión, sino que fuese un punto de partida para seguir reuniéndonos e ir dando forma a estas y otras propuestas. Si a alguna con estas ideas colectivas, desde el arte o fuera de él, le apetece participar de futuros encuentros, estáis todas invitadas.

Texto de Dràcul·la en colaboración con Graf. Dràcul.la es un espacio de taller y de exhibición independiente y también la casa de las artistas Mònica Planes i Àlex Palacín.

APROPOS son contenidos hechos a propósito de algo que sucede en nuestro contexto artístico. Esta segunda publicación de Apropos es fruto de una propuesta de la Fundación Joan Miró a realizar una actividad paralela de la exposición ‘Talleres compartidos’. Graf en colaboración con Dràcul·la organizamos un encuentro para ampliar los casos de estudio presentes en la exposición, incluyendo diferentes talleres de artistas compartidos de Barcelona. En él participaron personas de los proyectos Halfhouse, Sociedad 0, La Peñuki, FOC, Malpaís, Estructuras 3000, Salamina, Dràcul·la, Perú 230, Yukidama Visits, Cabaret Internet y La Escocesa.

NOTA: Los colectivos que aparecen en las fotos no son todos los que hay. Y las personas que ponen cara, no son tampoco todas las que los forman, ni las que los representan. Vinieron algunas por cercanías físicas, por químicas y por esa cosa llamada intuición en la que a veces confiamos para poner a gente junta en un lugar.
En el mapa aparecen aquellos espacios que vinieron al encuentro y tienen espacio físico, para visibilizar su ubicación en los márgenes.

Con la colaboración de: