‘El coleccionismo está presente. Un encuentro con cinco coleccionistas de arte contemporáneo’

por Gisela Chillida.

De todas las piezas de este engranaje que conforma el mundo del arte, los coleccionistas acostumbran a ser la pieza menos visible, a pesar de ser una parte del aceite que asegura que todo sigue en movimiento.

En el contexto de Art Nou 2022, cinco coleccionistas nos han abierto, literalmente, las puertas de su casa, donde hemos podido compartir un rato conversando sobre sus intereses, sobre cómo empezó todo, aquello que les mueve a adquirir una obra y cómo, poco a poco, han ido conformando una colección con mucho de presente y mucho de futuro. Porque hay tantas colecciones como coleccionistas, diferentes miradas y aproximaciones. Cómo dice Asier Tapia, «el error es precisamente considerar que el arte contemporáneo es para una élite inaccesible, cuando no es así».

Los coleccionistas que nos han acompañado son Gerardo Van Waalwijk Van Doorm, arquitecto y coleccionista independiente; Berta Caldentey, coleccionista independiente; Asier Tapia, diseñador, director creativo y coleccionista independiente; Nimfa Bisbe, directora de la Colección de Arte Contemporáneo Fundación “la Caixa”, y Alicia Ventura, historiadora del arte, comisaria independiente, gerente de Gestión Arte Ventura, asesora y comisaria de la Colección DKV y directora artística del Premio Cervezas Alhambra de Arte Emergente.


Dar forma. Una historia interminable.

Coleccionar es proyecto en proceso y continúa transformación. Gerardo lo entiende sobre todo como un proceso de aprendizaje. Cuando conoce la obra de un artista que le interesa, empieza a investigar sobre su corpus de trabajo, la compra definitiva quizás tarde años en materializarse, «se ha de estudiar para poder escoger mejor, nunca se ha de comprar por impulso, hay que documentarse, explorar los catálogos, preguntarse porqué la obra te ha interpelado». De momento, prefiere no encasillarse, define su colección como joven, muy inclusiva y abierta. «Al ser un comprador individual, se puede adquirir sin necesidad de justificarlo». Por eso no nos tiene que sorprender descubrir, acompañando a dos Perejaumes, un delicioso dibujo de Jean Cocteau encontrado en un anticuario de París que acostumbraba a visitar durante sus años de estudiante, una compra «ni ponderada ni razonada». Entre las piezas de la colección, encontramos dos cerámicas en tensión inspiradas en la Alhambra de Teresa Solar, un mural de fotografías de Iñaki Bonillas donde vemos el rastro que el peso de los muebles de la Casa Barragán ha dejado en diferentes superficies, un par de pinturas de Rasmus Nilausen, un tubo de cemento retorcido de Sergio Prego, un mapamundi capilar de Itziar Okariz o una intrahistoria de Martín Vitaliti decubierta entre las viñetas de un cómic.

Berta se considera una coleccionista cauta y adquiere obras que, de manera más o menos evidente, tengan alguna relación con el concepto de espacio. Para ella era importante encontrar un criterio que definiera la dirección, ya fuera más explícita o más abstracta, para poder enlazar obras de Ignasi Aballí con las de Alán Carrasco, las de Zush con Mounir Fatmi o las de Mabel Palacín con Teresa Margolles. Es una visión poliédrica, pero en todos los artistas hay un compromiso, sino manifiestamente político, sí que personal. «El diálogo con una misma no se puede perder, la mente tiene que seguir cierto orden para poder entender el engranaje». Aunque el arte evoluciona y la manera de coleccionar también, «no es el mismo ahora que cuando tenías treinta años, lo que antes te podía interesar ahora ya no, y no porque haya dejado de ser interesante, sino porque tus intereses han cambiado». Para Berta, de alguna manera la colección es un reflejo de su trayectoria vital.

A Asier, confiesa que le gusta investigar obsesivamente sobre aquellos artistas que va descubriendo. De hecho, tiene una lista de deseos donde va apuntando todo aquello que le gustaría comprar (si algún día le toca el Euromillón). Aunque no considera que sea una colección comisariada, establece relaciones entre las diferentes piezas. «Una colección son vivencias, es tu vida, es tu casa y son tus cosas». Por eso, cuando tienes que convivir con una obra, la dimensión importa. También tiene que ser una obra en cierto modo amable, que no quiere decir que sea estéticamente superflua sino que puedas compartir con ella tu día a día. Siente preferencia por la escuela vasca, como June Crespo, Asier Mendizabal o Alberto Peral. A pesar de que también encontramos a un Jaume Pitarch acompañando a un Xavier Ribas, «que le da paz», y una Lara Fluxà cerca de una Mònica Planas. O una rana de Joana Vasconcelos, que descubrió en un viaje en Lisboa. Además de obras de Joan Rom, Dora García, Ignasi Aballí o Alejandro Palacín.

La colección de DKV, «es un relato visual que nos ayuda a comunicar y a apoyar la cultura. Siempre decimos que un país sin cultura no es un país sano», comenta Alicia Ventura. «A la hora de buscar una pieza, lo primero que nos interesa es la excelencia de la pieza, pero también que encaje en las líneas de DKV». La colección empezó a inicios del siglo XXI con artistas nacionales de menos de 45 años que daban una mirada fresca y actualizada. «Pero no se trata de un nombre, sino de piezas y proyectos que nos interesan, tenemos que encontrar la obra que nos encaja, por eso a veces merece la pena esperar». A día de hoy, llevan ya más de 900 piezas, y pueden decir con orgullo que la mayoría de artistas siguen presentes en el panorama artístico. Son también muy importantes las exposiciones que organizan con obras de la colección, a menudo en diálogo con otras colecciones. Es prioritario que se visibilice mucho la obra de los artistas, «cuanto menos tiempos estén en el almacén, mucho mejor para todo el mundo».

Nimfa Bisbe nos explica que «una colección institucional no es como hacer una enciclopedia, es más bien como una novela, donde encuentras una serie de personajes que se relacionan entre sí y van creando los relatos». Desde los inicios, han defendido una política de compras relevante, donde se adquieren obras a partir de los años ochenta de artistas que han sido referentes en la segunda mitad del siglo XX. Ya entonces se apostaba por artistas muy jóvenes, que apenas empezaban. Actualmente, es una colección que se ha hecho muy grande y cuenta ya con 1.040 obras. Han tejido relaciones a largo recorrido con artistas nacionales y han seguido su trayectoria a lo largo del tiempo. De los artistas internacionales han intentado comprar «la obra», una que sea muy representativa. «Para comprar nos lo pensamos mucho, nos tomamos el tiempo necesario, que es como se tiene que hacer». A veces, un artista encaja, pero se tiene que buscar la pieza que tenga sentido con la colección, «que sea uno de los personajes que pueda dialogar con los otros». «Coleccionar es mirar mucho, preguntar mucho, indagar mucho y tener el objetivo muy claro». Lo más importante es construir buenos relatos.


El coleccionista está presente. Escena local.

Para Gerardo, adquirir obra es también una manera de ayudar o de apoyar a un artista, en cierto modo, «crees en él», por eso prefiere apoyar a artistas jóvenes de la escena local. En este sentido, la tarea del galerista, del buen galerista, es fundamental, «son como el médico de cabecera, te ayudan en este largo camino que supone coleccionar». Tiene muy claro que es una cuestión de principios, «hay que apoyar a la escena local y comprar en galerías de Barcelona, para mí es un proceso lógico. Y es también una manera de formar parte de este tejido».

Berta reconoce que ha aprendido mucho visitando las exposiciones de galerías barcelonesas como ángels, ADN o Senda. También Nogueras Blanchard o Joan Prats, entre otras. Los galeristas hacen una tarea que no es fácil, requiere estar muy al día para entender en profundidad el mundo del arte y sus transformaciones. Confiesa que se siente satisfecha cuando ve crecer a un artista que ha seguido. «Aprendemos y crecemos todos juntos». Las galerías son el filtro y la garantía de calidad, los galeristas te ayudan, sobre todo cuando empiezas. Y, después, está tu observación.

Por casa de Asier han pasado muchos artistas y galeristas, porque ya son parte de su vida. «Los galeristas hacen una tarea imprescindible. El 98% de sus adquisiciones vienen de galerías como ProjecteSD, ángels, etHall o Bombon en Barcelona. O CarrerasMugica en Bilbao». A pesar de que defiende que «el panorama actual de exposiciones está muy bien», y que el movimiento que hay ahora en L’Hospitalet «es maravilloso», confiesa que el problema de Barcelona es que no hay un coleccionismo privado importante como el que pueda haber en Madrid. O bien que se pudiera apoyar desde la institución al mecenazgo para fortalecer el contexto, «todavía no se ha entendido que el coleccionismo no es sólo para millonarios. El error es precisamente considerar que el arte contemporáneo es para una élite inaccesible, cuando no es así».

«Una parte importante del tejido expositivo lo configuran las galerías, son el punto de referencia de comisarios y directores de museos». «En Barcelona se encuentra un tejido galerístico que vuelve a estar tan potente como a los inicios, y con acciones de visibilidad como el Barcelona Gallery Weekend y Art Nou», explica Alicia. «Vine a vivir a Barcelona en el 97. Entonces, aquí estaba lo más puntero. Después hubo una caída, pero desde hace tres o cuatro años vuelve a haber un tejido de galerías jóvenes y fuertes, como la galería Bombon o Dilalica, o galerías con más experiencia que han sido capaces de reinventarse, como Joan Prats o Rocio Santacruz, o las que se han trasladado a L’Hospitalet de Llobregat, como Nogueras Blanchard, etHall, Galería Alegría… «Actualmente, la oferta es buenísima, estamos en un buen momento».

Para Nimfa, un modelo muy interesante es el Gallery Weekend, «es cuando puedes ver una buena exposición de un artista». Las ferias son más un picoteo, donde ves fuera de contexto las obras, pero es también la manera de ver todas las galerías que te interesan de golpe, puedes conversar y negociar con ellos, aunque no esté la obra del artista que te interesa. «Cuando voy a una feria, voy con una lista de artistas, y puede ser que no haya ninguna obra del artista expuesta allá». «De hecho, a veces hemos comprado obras que no he visto expuestas en la feria, sino que he descubierto hablando con la galería». Las galerías son las grandes colaboradoras.

Como muestran nuestros cinco coleccionistas, para coleccionar se ha de conjugar pasión, constancia y conocimiento. La colección, pues, no es una pura acumulación de objetos fruto del fetichismo y el lucro, sino que el gesto coleccionista –tanto desde las aproximaciones institucionales con vocación pública hasta la colección privada de carácter más íntimo– dibuja una historia de compromisos y de intereses compartidos que acontece pieza clave en el debate sobre el arte actual.

Texto de Gisela Chillida en colaboración con GRAF. Gisela es escritora de arte, gestora cultural y comisaria.

APROPOS son contenidos hechos a propósito de algo que sucede en nuestro contexto artístico. En esta ocasión y para la nueva edición de Art Nou, cinco coleccionistas de la ciudad nos abren las puertas a sus colecciones y sus miradas. Art Nou y Graf han hecho las conexiones, Gisela Chillida ha escrito el relato.


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