Las pinturas de Ania Soliman presentan escenas irreales, fragmentos de mundos generados por máquinas. Sintetiza imágenes históricas y de la cultura popular con inteligencia artificial y con un cierto enfoque poscolonial y feministas-queer. La artista explora el impacto de la tecnología en nuestra psique colectiva, formulando un nuevo surrealismo.
A nivel conceptual, este proyecto aborda el tan debatido sesgo de los datos de IA. Por ejemplo, a menos que se le pida lo contrario, las imágenes que propone la IA sólo contienen personas blancas. Dirigidos hacia una representación más exacta de la humanidad, estos programas suelen producir orientalismo etno-kitsch. Lo mismo puede decirse de las representaciones normativas de género. Este (grave) problema nos brinda la oportunidad de reexaminar y reconfigurar estos patrones, normalmente ocultos, para reflexionar e ilustrar lo que ocurre cuando la IA crea imágenes. También nos permite cuestionar los contenidos y procesos de Internet, que a su vez estructuran nuestra vida cotidiana y nuestra interioridad. El significado no se deriva de los procesos de las máquinas: debe ser interpretado, proyectado e imaginado por nosotros. Estas obras ofrecen algunos puntos de entrada para la interpretación y nos permiten cuestionar esta nueva forma de creación de imágenes.
