Esta serie, en la que todavía estoy trabajando, empezó hace poco más de un año. Habla de la luz, la ligereza, la levedad. Como ya va siendo normal en mi proceder, el trayecto, el recorrido, el momento y su emoción son el centro del comienzo de mis series. Me gusta trabajar por series, un concepto que así puede mostrar sus diferentes matices.
Estando en la Medina de Assilah, en Marruecos, pasaba cada día de camino hacia el estudio por una callejuela estrecha, de paredes blancas, cuyo techo estaba hecho de flores de bungavilla. Al entrar en este pequeño túnel, la luz era magenta, inundándolo todo, filtrándose a través de pétalos de bungavilla. Había una gran cantidad de ellos caídos en el suelo, amontonados, atrapados, moviéndose entre las paredes. Este pequeño momento, apenas un instante, me sorprendía cada día. Sobre el suelo la composición de las flores variaba cada día. No pude evitar llevármelas al estudio, jugar con el montón que formaban y dibujarlas, sus colores; escribir las sensaciones.
Como siempre, estos momentos se asemejan al momento personal, a la vida al fin de al cabo, a lo efímero, e intenso, al continuo movimiento, a la alegría…
