Después de 6 años recorriendo varios territorios de Abya Yala de la mano de la trilogía «Pacífico» busca de las grietas dejadas por el colonialismo y la barbarie capitalista, la pregunta era evidente: ¿Y ahora, qué?, ¿y ahora, hacia dónde vamos? ¿Qué superficie tenemos que rastrear?
Y la respuesta se encontraba en el último verso de la trilogía «Pacífico»: “Ahora, lo que toca es frenar y escuchar. Pero ¿a qué voz prestar atención? Porque después de años escuchando voces y relatos humanos, ahora, necesitábamos escuchar otras voces. Las voces de los elementos que, a pesar de conformar el planeta, están, pero no son. Que, a pesar de formar parte de la base matérica de la vida, a pesar de convivir con nosotros y ser el cimiento de nuestros sistemas económicos y culturales, no son reconocidos como sujeto de derecho.
El poeta Joan Brossa dijo: “La última palabra, la tendrán los árboles”; y pensando en esto cerrábamos la trilogía «Pacífico».
Pero ¿y si no fueran los árboles?, ¿si fueran las rocas? Porque los sistemas de clasificación de la naturaleza son parte de un relato científico, de una cosmovisión, entre muchas. En ellos, lo mineral es situado en el extremo opuesto a lo humano y, por lo tanto, a lo vivo. Y como tal, es considerado libre de ser explotado hasta las últimas consecuencias. Porque su condición de materia inerte, de recurso, es también la primera excusa para ejercer la barbarie extractiva sobre ella. El explotación descontrolada y desregulada. La barbarie mineral.
Ara, emprenem un nou viatge. Una travesia en busca de les veus de les muntanyes. Del rugir dels volcans. Del croixir de les roques. De la vibració d’una falla. Una recerca el primer gest de la qual consisteix en apartar-nos del centre de l’escena per situar en ell a les muntanyes, pedres i volcans. I dissoldre’ns després, en una multiplicació de relacions poroses entre els seus components minerales i els nostres.
Ahora, emprendemos un nuevo viaje. Una travesía en busca de las voces de las montañas. Del rugir de los volcanes. Del crujir de las rocas. De la vibración de una falla. Una investigación cuyo primer gesto consiste en apartarnos del centro de la escena para situar en él a las montañas, piedras y volcanes. Y disolvernos después, en una multiplicación de relaciones porosas entre sus componentes minerales y los nuestros.
Entre su sangre y nuestra lava.
