Bajo una luz ténue. Xavier Ribas

En su libro Is Racism an Environmental Threat? Ghasan Hage sostiene que el colapso ambiental que estamos viviendo tiene sus raíces en procesos coloniales de expansión geográfica, apropiación, sobreexplotación de la naturaleza y deshumanización del otro, tanto en el pasado como en el presente: “Las prácticas de dominación racial y ecológica – escribe – tienen las mismas raíces” (2017: ix). El título de la exposición, Bajo una luz tenue, alude a la frágil visibilidad que alumbra, y emana, de los cuerpos, objetos y paisajes que han sido destruidos por estos procesos, y que habitan espectralmente los museos del presente. Las así llamadas “historias invisibles” flotan como realidades ocluidas “detrás” de todo lo que vemos con más facilidad – historias del trabajo, de vidas y fuerzas naturales que, sin ser reconocidas, han contribuido a crear los objetos, paisajes, estructuras y sistemas de nuestro mundo. De hecho, estos relatos e historias no son invisibles. Todo deja huella, como nos recordaba Walter Benjamin. Nada sucede sin dejar algun rastro, algún efecto en la naturaleza enmarañada del ser. Es simplemente que, mientras algunas cosas gritan su presencia, brillan y llaman nuestra atención – como el magnífico glaciar en su forma prístina; la luz lo baña y se refleja en nosotros con una claridad cristalina – otras están más oscurecidas. Por las circunstancias, o el papel que desempeñan en una cultura o mentalidad particulares. Y para verlas, necesitamos buscar en la penumbra. A medida que nuestros ojos se acomodan, ya no vemos objetos discretos, sino sus constelaciones – matices de su historia más amplia y de sus procesos históricos.