Este conjunto de obras titulado Paisajes diédricos, con licencia poética, forman parte de mi manera de trabajar el lenguaje plástico, del cuadro dentro del cuadro, la imagen de la imagen o el espejo, como reflejo vivo dentro del espacio encuadrado, como forma también de metalenguaje.
Las obras están determinadas sobre un espacio geográfico acotado un poco desde Alcanar hasta una parte del Maestrat, donde todavía el turismo no ha hecho demasiados estragos, sobre todo en el interior. Las construcciones de piedra seca son destacables y un tipo de paisaje donde el olivo domina, el algarrobo, el río, el mar, y unas fuentes entre la montaña y el campo.
La imagen más objetiva es la fotográfica, pero que dialoga con la impresión visual sensible de la acuarela, que no pretende ser objetiva, sino todo el contrario. La línea de tierra de este sistema diédrico con licencia poética es el espejo, que no deja de ser una afirmación de la propia tierra y del propio territorio, donde la acción del artista pretende penetrar a través de una boca de los olivos milenarios que algunos todavía perduran de la época romana, de los siglos II o III y seguramente son herederos de la época púnica, por eso también esta forma de paisaje se convierte en arqueología.
Jordi Cerdà
