El escultor Sergi Aguilar (Barcelona, 1946) está comprometido con la idea de una construcción activa del lugar, como resultado de las experiencias de desplazamiento y fluctuación que comporta transitar en estrecha complicidad con los fenómenos espaciotemporales de la naturaleza. Desde los años setenta, ha desarrollado un amplio trabajo como geómetra de las orientaciones cardinales, reflejado en un lenguaje estructural permeable a las situaciones de paso. De ahí su habitual atracción por los pasajes, la topografía, las atmósferas o las marcas.
Los viajes realizados por el artista en los últimos veinte años por lugares anónimos (parajes especialmente vacíos de Libia, de la frontera de Chile con Bolivia, de Nicaragua o de Argelia, con sus “ausencias cautivadoras”) le han permitido estudiar a fondo los efectos de la travesía. En sus interpelaciones directas a la geografía recorrida durante días se reafirma la persistente mudanza del horizonte, el continuo baile de distancias, la no linealidad del trazado, las dunas infinitas y cambiantes…, la innegable provisionalidad de las referencias.
Para el artista, “las rutas podrían ser un esqueleto de la tierra”, explorado en centenares de dibujos inéditos que reescriben la experiencia del viaje con sus reiterados bucles de coordenadas, registros fotográficos, señales y mapas fragmentados. Indicaciones permanentemente borradas y restituidas de nuevo para retener el tiempo en el continuo espacial que se activa en el recorrido.
Un mural de palabras sobre ubicaciones en el territorio acompaña los conjuntos de gráficos y dibujos. El particular juego de sinergias y contrapuntos en el encadenamiento de conceptos nos sumerge en la inabarcable dimensión geopoética del Atlas.
